¿Sólo trabajas o tienes una VOCACIÓN y un PROPÓSITO?

Soy Juan Bartra, socio fundador de PROPÓSITO Y COMPROMISO. Hace más de diez años tuve la maravillosa oportunidad de conocer a Josep Guarch. Mi vida adquirió nuevas perspectivas y una nueva dimensión, muchísimo más rica, tanto a nivel personal como profesional. En lo que concierne a mi carrera profesional, fue decisivo para poder trabajar mucho más productiva y saludablemente como ejecutivo en una empresa que había perdido su Propósito y percibir lo que antes vivía como escollos y desavenencias con la empresa y con otros directivos como parte del camino de mi aprendizaje y de mi Propósito. Y de este modo pude seguir logrando resultados exponenciales para la empresa. Josep Guarch realiza esta labor con numerosos profesionales y empresarios cada año. Le estoy profundamente agradecido y es un honor para PROPÓSITO Y COMPROMISO publicar algunas de sus reflexiones.

Artículo escrito por Josep Guarch (colaborador de PROPÓSITO Y COMPROMISO)

Astrólogo Humanista, estudios en la Faculty of Astrological Studies of London, profesor invitado en Instituto Mount Vernon en Santiago de Chile, miembro de SEDIBAC. Más de 30 años ayudando a encontrar su Propósito real en la vida a empresarios, emprendedores, profesionales y personas en busca de respuestas.

Sólo una persona educada en conciencia y que ha despertado su “yo” esencial, será capaz de vivir plenamente la realidad y el presente más absoluto.

El ser humano llega a este mundo con toda una serie de dones, aptitudes, capacidades y talentos naturales. De la educación que reciba dependerá, en parte que todos estos talentos naturales vayan desarrollándose convenientemente y de forma equilibrada, conjuntamente con la personalidad; de manera que el “día de mañana” tengamos un ser humano adulto, equilibrado y capaz de poner en práctica de forma eficaz sus mejores aptitudes.

No obstante, partimos de toda una serie de dificultades para que este enunciado se realice de forma correcta: En primer lugar, el nivel de información externa es tan elevada que genera un grado enorme de confusión a los niños; de manera que, a la mayoría de ellos les resulta muy difícil llegar a la conclusión de a qué les gustaría dedicarse de mayores. Son pocos los casos de niños que ya de pequeños manifiestan una clara inclinación y, por tanto, la manifestación natural de sus habilidades en una actividad determinada.

Para empezar, deberíamos replantear la definición de profesión. La RAE define la profesión como: Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución. Como podemos leer, el objetivo primordial de una profesión es percibir una retribución. Esto es lo que hace que la mayoría de seres humanos acaben priorizando el hecho de recibir la mayor retribución posible.

Todavía recuerdo cuando de pequeño mi familia me decía: mejor estudies … ya que los que trabajan en … son los que se ganan mejor la vida. Por suerte, en mi caso, la influencia no hizo mella, ya que no seguí en absoluto sus consejos. De hecho, creo que a día de hoy, siguen sin entender el camino profesional que acabé eligiendo. Y cuando voy a visitarlos, sus preguntas siguen siendo: ¿te ganas bien la vida? ¿sigues teniendo trabajo?…

Tener trabajo y ganarte bien la vida! Esto es lo único que durante siglos le ha importado a la mayoría de seres humanos adultos. Al parecer, no importa en absoluto que dicho trabajo tenga poco o nada que ver contigo; a veces, incluso, nos encontramos personas en trabajos por los que tienen una baja cualificación, de manera que el rendimiento de su trabajo difícilmente será satisfactorio. Situación que puede darse por carencia (personas con baja formación con relación al puesto que ocupan) o por exceso (persona con una formación mucho más elevada al puesto que están ocupando). En el primer caso, el resultado insatisfactorio se dará por falta de preparación, en el segundo por falta de motivación.

Con sólo tomar en consideración la cantidad de horas que uno pasa en el trabajo a lo largo de su vida, podemos imaginar las consecuencias de tener un trabajo en el que la única motivación sea la remuneración que uno reciba. Lo que significa que uno solo va a sentirse “feliz?” un día al mes, el día de recepción del salario.

Pero esta no sólo es una problemática que debe resolverse desde un punto de vista político/legislativo/social; o desde el mismo empresariado. Entiendo que cabe buscar la solución en la trayectoria general de nuestra vida; y en particular, los años en los que cada persona decide la dirección que su vida va a tomar.

En segundo lugar, cabe tener en cuenta la excesiva influenciabilidad familiar. Hijos que siguen la carrera profesional de sus padres, por puro mimetismo o por insistencia de sus progenitores. Cuantas veces habré escuchado eso de: … bisabuelo médico, abuelo médico, padre médico… de ti se espera que seas un buen médico!. Quizá el hijo habría preferido ser artista… pero nunca se atrevió a cuestionar la autoridad de sus padres.

Y tercero, las empresas familiares; en las que se espera que los hijos acaben estudiando carreras que favorezcan la proyección de la empresa familiar y que, por tanto, se acaben integrando en ellas para el resto de su vida profesional. En algunas culturas, incluso está establecido el deber, según el orden de nacimiento.

Es por todo ello, que muchos niños se ven influenciados a la hora de seguir unos determinados estudios: por la presión exterior (entiéndase sociedad en general) o por la presión familiar. O incluso a veces por falta de valor a contradecir tu potencial: si eres un estudiante brillante, ¿ cómo no vas a realizar una o varias carreras universitarias?. Nos cuesta entender que un estudiante brillante abandone sus estudios para dedicarse a aquello que le hace feliz; como por ejemplo la música.

De entrada, entiendo necesario educar en conciencia, para que los niños aprendan a reconocerse a sí mismos como seres humanos; y de ahí, a percibir con mayor claridad sus aptitudes, capacidades y talentos. Esto implica una educación más libre, en la que los niños puedan “experimentar” con la vida, y descubrir por sí mismos el camino del aprendizaje. Unos estudios demasiado homogéneos no van a permitir que los niños puedan percibirse como lo que son: seres humanos únicos, especiales e irrepetibles. Ya pasaron los tiempos de la revolución industrial en la que los niños eran educados de forma homogénea y repetitiva, dado que con toda probabilidad iban a pasar gran parte de su vida en una fábrica realizando siempre el mismo tipo de actividad.

Es a través de la experimentación libre como uno va descubriendo con entusiasmo lo que le gusta o lo que le disgusta; aquello que se le da bien de forma natural o aquello que por más que se esfuerce, no acaba de resultar satisfactorio.

Educar en conciencia significa educar a un ser humano libre del “ego”; ese ego primario que tiene como máxima ambición sobrevivir en un mundo hostil; y por tanto una vida cargada de miedos e inseguridades. De manera que la persona estará siempre saltando del pasado más difícil al futuro más incierto; perdiéndose lo único que en verdad puede vivir: EL PRESENTE!.

Sólo una persona educada en conciencia y que ha despertado su “YO” esencial, será capaz de vivir plenamente la realidad y el presente más absoluto. No obstante, seguimos tan pre-ocupados por lo que pueda llegar a acontecer en el futuro, que nos impedimos ocuparnos de lo que tenemos delante en cada momento de la vida. De ahí que siempre insisto en que la mayoría de humanos sobreviven en el espacio virtual que su mente primaria les va creando en cada momento. Una virtualidad centrada en tiempos ya inexistentes (pasado/futuro).

¿No sería mejor dejar que los niños disfruten de su aprendizaje en cada momento? Por tanto, sin presionarlos por lo que va a acontecer: examen, prueba, carrera profesional, futuro…

Solo aprender! Aprender disfrutando! Aprender jugando! Aprender descubriendo!…

Nacemos con un YO claramente definido, pero pendiente de desarrollar y anclar en la vida. Para que nos entendamos: un ser humano que nace identificado con la semilla de un árbol frutal (naranjo, limonero, platanero…). Si uno pudiese ser consciente de su YO esencial, podría ser muy simple: si soy la semilla de un naranjo, mi propósito de vida es plantar la semilla, regarla, abonarla, cuidarla… para que crezca y se convierta en un exuberante naranjo. ¿Y cual será su propósito profesional?… incluso nos parece absurda la pregunta a estas alturas… el propósito de un naranjo es dar naranjas! No plátanos, ni peras, ni melones…

Llegar a ser uno mismo, implica entre otras cosas, SABER cuáles son tus mejores capacidades y talentos; de ahí que no sea tan complicado descubrir el camino a seguir a nivel profesional (y de vida en general). Por tanto, es en este caso en el que uno podrá elegir acertadamente su profesión más indicada, aquella que no sólo le llenará por la retribución que va a recibir, sino que va a sentirse plenamente REALIZADO en su día a día.

Pero ahí no termina todo! Si consiguiésemos que todo ser humano aportase al mundo sus mejores aptitudes, capacidades y talentos, sin lugar a dudas, tendríamos un mundo muy diferente del que tenemos en la actualidad.

De manera que, el propósito más elevado sería aportar lo mejor de uno mismo, para recibir el mejor mundo en el que uno podría llegar a vivir!

Ya son muchos años de carrera profesional en los que he dedicado el tiempo a ayudar a las personas a descubrir su propósito real de vida: aquel que les descubre quienes son en realidad y, por tanto, lo mejor que pueden hacer con él. De ahí que la Astrología Humanista, ha ayudado a un número elevado de personas a encontrar el sentido más elevado de la vida. Por todo ello, el camino profesional lo marca: no un trabajo remunerado, sino nuestra VOCACIÓN.

En posteriores artículos iré tratando más temas relacionados, además de tratar diferentes ejemplos para ayudar a comprender el alcance del tema que estamos tratando.

Tiende a manifestarse un cierto escepticismo con relación a la Astrología; no obstante, cuando uno se ve atendido por un buen profesional, el escepticismo va quedando atrás progresivamente. Puedo entender perfectamente que una persona sienta de entrada cierta desconfianza ante este tipo de consultas cuando no se conoce el alcance y la profundidad.

Hace años, acudió a mi consulta un científico (no daré más detalles para preservar la confidencialidad); al sentarse ante mí me dice: “que sepas que no voy a creerme nada de lo que me vayas a explicar; mi mujer me ha insistido que venga a verte, pero yo no creo nada en vuestro trabajo”. Sólo le dije que yo tenía suficiente con que él fuese capaz de escucharme con respeto, ya que de ninguna manera necesitaba su fe para realizar mi trabajo. Pasó las más de tres horas que duró la consulta escuchándome en silencio; al terminar le pregunto “¿Qué tal?” y me responde “Mi mente de científico necesitará treinta años para entender lo que acaba de suceder; para mí es del todo inconcebible como científico entender como has podido explicar de forma tan certera y detallada todo lo referente a mi vida, mi trabajo y mi personalidad… te felicito, tienes un trabajo maravilloso”.

Existe una tendencia generalizada a creer que las personas que acuden a nuestra consulta son personas “crédulas”… solo pudo afirmar que, nada más lejos de la realidad; como no, así no se da en mi caso. Atiendo centenares de consultas de personas que vienen con un total escepticismo! ¿Porqué acuden? Por haber recibido información favorable de personas de su confianza que les han insistido en la conveniencia de venir a verme. Y el tipo de persona es del todo variable; no hay una uniformidad. No obstante, en tiempos de crisis, acostumbran a aumentar las consultas de personas que buscan orientación de carácter profesional.

Unos años atrás, un economista acudió a mi consulta y me dice: “Déjame que te cuente la historia que ha hecho que haya venido a verte… hace años mi mujer te escuchó en una conferencia pública en la que hablaste de una terrible crisis económica que nos acechaba y que iba a provocar grandes cambios… cuando mi mujer llegó a casa y me explicó le dije, y me vas a perdonar por el comentario, este tipo no tiene ni idea… años más tarde estallaba la peor crisis de la historia. Yo me equivoqué, tú tenías razón! Llevo años aconsejando a centenares de empresas como prosperar… hoy no sé cómo ayudarles. Por eso acudo a ti, dado que tú tenías razón y yo no, seguro que podrás ayudarme”.

Termino este artículo (vendrán más) con la visita de un eminente abogado. Era socio principal en un importante gabinete de abogados de una gran ciudad. Me explicó que acudía a mi consulta para obtener orientación, ya que quería darle un cambio radical a su vida y no sabía si se estaba equivocando. Su intención era abandonar su carrera exitosa y dedicarse a formarse como coach para trabajar con el coaching. “Parece una locura lo que quiero hacer”. Después de analizar en profundidad su Carta Natal, le dije: “vistos los tránsitos planetarios del momento te diría, si me lo permites, estarás loco como no hagas ese cambio; no será fácil, pero obtendrás la vida que deseas, ya que esta nueva orientación dará sentido a tu vida”.

No volví a saber de él. Unos años más tarde, entraba a comer en un restaurante y un hombre al verme se levantó de su mesa donde estaba comiendo… se acercó a mí y me dijo “Josep, ¿te acuerdas de mí?” “atiendo a tanta gente que no consigo recordarte”… y me dice “soy un abogado que acudió a tu consulta para pedirte consejo… aún teniéndolo todo me sentía una persona infeliz… me aconsejaste dar el salto.. no fue fácil, nada fácil… pero hoy como profesional del coaching puedo decirte “gracias” hoy soy un hombre feliz! Por favor, no dejes de hacer tu trabajo”.

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