Somos seres básicamente emocionales y no racionales
Daniel Kahnemann nos da buena cuenta de lo poco racionales que somos los humanos contrariamente a lo que pensamos que somos y lo que nos gusta realzar que eso nos diferencia de otras especies.
Es un psicólogo que ha sido encumbrado a la fama por su premio Nobel de Economía Conductual .Padre de la idea de los dos circuitos cerebrales que tenemos; el rápido S1 y el lento S2. Mayoritariamente siempre utilizamos el sistema rápido S1 y para ello se vale de infinidad de sesgos cognitivos que logran simplificar enormemente las cosas a la vez que las distorsionan sin que lo apreciemos.
Simplificando, Kahnemann investiga y concluye que cuando S1 no encuentra la respuesta rápida, responde a una pregunta más fácil, infiere e inventa causas e intenciones, ignora la ambigüedad y elimina la duda y siempre exagera la consistencia emocional. Vaya, que es un gran tramposo.
Para ello utiliza el efecto halo, que consiste en inferir destrezas, capacidades o atributos de una persona o de una circunstancia de manera favorable, basándose en una primera impresión. Por ejemplo, considerar que las personas atractivas son más felices, tienen mejores familias, mejor estatus social y económico comparado con las poco atractivas.
Otro ejemplo más preocupante es que los profesores tienen tendencia a identificar bien el TDAH en los niños que de verdad lo padecen, pero también tienden a adjudicárselo a los niños que no cumplen las normas o que presentan conductas desafiantes.
Las emociones y el cerebro rápido y una multitud de sesgos es lo que en realidad nos define a los humanos.
Actuamos siempre emocionalmente y si lo miramos así, somos mucho más previsibles como en una noria. Cada reacción emocional visceral en realidad sigue un patrón muy predecible.
La noria de las emociones. Fotografía: Paolo Candelo
La inteligencia emocional en la páctica
Desde el momento en que podemos poner una palabra o etiqueta a lo que sentimos o a lo que los demás sienten, ya cambia todo. Pasamos a estar más centrados y podemos recuperar algo más de la racionalidad y usar menos sesgos.
Tener la habilidad y la competencia de decirnos a nosotros o a la otra persona cuáles son sus emociones en ese momento es positivo porque de este modo podemos des escalar lo que se llama “secuestro”emocional. Si no hacemos nada al respecto, a la amígdala situada en el cerebro límbico le encanta hiper reaccionar siguiendo el patrón de solo recuerdos antiguos y emociones negativas. De este modo literalmente está secuestrando la parte más racional de nuestro cerebro, lo ataca y no lo deja razonar, lo anula e impone conductas reactivas (usando los patrones de siempre).
Escuchar y sentir las emociones de las personas, pero también las de un equipo, sin enfocarnos en lo que dicen es la base para rebajar conflictos emocionales.
El protocolo sería el siguiente:
- 1º no reprimir las emociones y sus manifestaciones
- 2º identificar, reconocer la emoción y su efecto
- 3º aprender a equilibrar emociones, lo que impacta enormemente en una mayor eficacia. Y al mismo tiempo reconocer qué emoción podemos activar para requilibrarnos.
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